El cuerpo reina.
Auténtico coito olfativo, Sécrétions Magnifiques nos lleva a la cumbre del...
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El cuerpo reina.
Auténtico coito olfativo, Sécrétions Magnifiques nos lleva a la cumbre del placer, ese momento inédito en el que el deseo triunfa sobre la razón. La tensión masculina, todo notas altas, libera su adrenalina en una cascada de aldehídos. El efecto de frescor es sorprendente. A continuación, el parfum revela su lado metálico y preciso, afilado como el deseo insatisfecho. Estamos en el filo de la navaja... La piel sudorosa sabe a almizcle y sándalo. El efecto ligeramente salado y marino excita las papilas gustativas y hace la boca agua. Las lenguas y los sexos se encuentran, el placer estalla y todo se pone patas arriba. Mecánica fluida, confusión de sexos. Este parfum subversivo, inquietante, provoca la aceptación o el rechazo total. Las justas de amor rara vez se satisfacen con medias tintas... Entre Don Juan y la mujer que se le ofrece, es la deposición de armas, pero ¿quién se inclina ante quién? Se afirma, yo no estaría seguro, pero algunos científicos nos persuaden de que la flor del castaño tiene positivamente el mismo olor que la prolífica semilla que la naturaleza tuvo a bien colocar en los lomos del hombre para la reproducción de sus semejantes. Una joven de unos quince años, que nunca había salido de casa de su padre, paseaba un día con su madre y un coqueto abad por una avenida de castaños cuyas flores exhalaban y perfumaban el aire de la sospechosa manera que nos acabamos de tomar la libertad de describir.
- Dios mío, mamá, qué olor tan extraño -dijo la joven a su madre, sin darse cuenta de dónde venía-... pero huélelo, mamá... es un olor que conozco. - Cállese, señorita, no diga esas cosas, por favor... Pues entonces, mamá, no veo ningún inconveniente en decirle que este olor no me es extraño, y con toda seguridad que no lo es. - Pero, mademoiselle... -Pero, mamá, lo conozco, te lo aseguro; Monsieur l'abbé, dígame, por favor, qué daño hago asegurándole a mamá que conozco ese olor. - Mademoiselle -dijo el abate, pellizcándose el buche y aflautando el sonido de su voz-, es muy cierto que el mal en sí es poca cosa; pero es que estamos aquí bajo castaños, y los naturalistas admitimos en botánica que la flor del castaño... -¿Bueno, la flor del castaño? - Bueno, señorita, es que huele a f...
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