Acunada entre los brazos del Ródano y el mar Mediterráneo, la Camarga afirma su carácter rústico...
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Acunada entre los brazos del Ródano y el mar Mediterráneo, la Camarga afirma su carácter rústico cultivando sus aromas, los de los arrozales interminables, las marismas de bronce y las salinas justo por encima de las nubes; los de los caballos salvajes y el ganado.
Esta tierra de sal y ganado, barrida por el viento del Mistral y adornada de leyendas gitanas, respira naturaleza a raudales; el maestro perfumista Alberto Morillas sólo tuvo que escoger de ella, aquí aromas lechosos de arroz, allá un soplo fresco y yodado de bergamota, para dibujar poco a poco su cuadro, una especie de utopía olfativa donde la naturaleza habría llenado todo el espacio, más allá del hombre y del tiempo.
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